jueves, 21 de marzo de 2013

Cuatrocientos cuarenta y cinco días después

La ciudadanía y los políticos avanzan en direcciones opuestas. Finalmente, afirmamos que el sol es gratis, y que nadie se merece vivir la vida como si de un esfuerzo se tratase. Todos merecemos vivir la vida siendo eso que es: nuestra única oportunidad.

Grosso modo la institución monárquica se tambalea; la familia real es una más de las comunes; los miembros del equipo de gobierno de nuestro presidente, no sólo mienten, sino que además les ha salido una pequeña púa en el corazón, derrochan falacias en sus discursos con tal de evitar nombrarla; a los católicos se les dimitió el papa y les han nombrado otro: y ahí andan los diarios tirando chorros de tinta dotando de importancia todos  estos acontecimientos...

Nosotros seguimos siendo los mismos, aunque hemos cambiado de cole: hemos salido del santuario privado concertado y hemos entrado en el cole público (en todas las ollas cuecen habas); ahí dados a la crianza y a mirarnos casi de lejos, comentando de vez en cuando alguno de los acontecimientos anteriores, comentando el escándalo.

Cristina armada de cierto silencio se entreguó a la lectura y la escritura en una especie de institucionalización de la intimidad: JACQUES EDMUND FRIEDRICH: bosquejo de un diálogo fecundo. Y sigo amando y sigo tumbándome de vez en cuando a percibir los movimientos de la Tierra. A veces lloro.

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